El hedonismo, el rococó, dos y colores y la ironía están presentes en las obras de Alberto Passolini que se inauguraron este fin de semana en Rusia Galería (Buenos Aires 729).

Pero es la cita la que atraviesa la producción de este artista; la intertextualidad, hay que decirlo, porque han sido los filósofos del postestructuralismo los que se han atrevido con las palabras. Y los que ya, en los 60 y 70, desde la estética establecían una estructura rizomática.

La exposición que tiene la curaduría de Carlota Beltrame se llama “Albiceleste” y se puede visitar desde ayer. Allí, el artista dio una charla abierta. Son pinturas, murales e incluso una instalación realizada con dibujos en una serie de cuadernos Rivadavia.

Un conjunto de pinturas de pequeñas dimensiones integran la serie “Hedonismo patrio”; son citas al rococó y a autores como Jean-Honoré Fragonard (1732-1806; por ejemplo, “Joven con gato y perro”). Una pintura de mayor dimensión (fechada en 2025) linkea con Jacques Louis David (neoclásico, “Safo, Faón y el Amor”), aunque en su período de decadencia, demodé; “realizaba trabajos por encargos, aún con su estilo neoclásico”, afirma seguro Passolini, quien, además, es un estudioso de sus citas.

Passolini ha dictado clínicas en esta ciudad en 2023, pero esta es su segunda exposición en Tucumán (la anterior la realizó en Rusia en 2015); conoce la ciudad, vivió tres años aquí en Barrio Sur y ha trabajado.

En el bar a metros de la galería, circulan ex alumnos que lo recuerdan y lo saludan con mucho afecto. “Aquí hay borbotones como los llamo, muy ornamental todo, pero en esas imágenes hay algo psicodélico, de los 60 también. El hedonismo es el placer, de no hacer nada, tal vez”, dice mientras habla exhibiendo algunas de sus pinturas.

En la conversación coincidimos en la necesidad del humor en el arte, cuando le recuerdo que Joan Fontcuberta lo reivindicó para el arte contemporáneo hace una semana. “Siempre me gustó el neoclasisismo y lo romántico” reitera.

Durante la conversación Passolini es muy claro: “mi paisaje es lo que pintaron los otros. Para mí es cualquier cosa que haya encontrado en la enciclopedia”, define. Y agrega (como en tantas otras entrevistas) que aprendió mucho cuando fue asistente de otros artistas como Midred Burton: es uno de sus paisajes, sin dudas; al igual que Víctor Grippo.

“Malona!”

En 2010 hizo “Malona!” que se convirtió como en su bestseller. “Tomé la pintura de Ángel Della Valle (‘La vuelta del malón’, 1892), pero le di una vuelta con el tema de género que, en ese momento no estaba tanto en la agenda. La hice para el Bicentenario. Tomaba mucho el papel de la mujer, la imagen del argentino que, además, era algo que hacían las feministas pero no los gays”.

“El pintor entabla una vendetta poética, de imágenes e ideas; una versión invertida de la historia oficial, incluso una relectura de ‘La cautiva’ de Esteban Echeverría. Pero no sólo invierte los géneros, sino que además propone una versión para teatro de revistas, sobre el poema trágico de Echeverría.

En el gesto festivo de inversión de lo masculino en femenino y viceversa, Passolini también ofrece un arcoiris de reivindicaciones de género: resistencia, rebelión, erotismo”, define Fabián Lebenglick.

Semana de Artes Visuales: Passolini regresa entre citas y parodias

Una y otra vez el artista se define como un señor burgués y reivindica el placer; sí, de no hacer nada. Y asegura que en la revista Anteojito, cuando era niño, el celeste era casi turquesa (dependía del tiraje de la revista) y muchas banderas lucían deslucidas, como un gris. “Señorita Rico” es una serie dedicada a Prilidiano Pueyrredón, como otras que hizo en sus décadas como artista.

Pettoruti

Pero en Rusia Galería se expone también Pettoruti Vincitor” (2015): “siempre nos decían que era el héroe que nos iba a salvar de la antigüedad, pero por ahí hizo un refrito del cubismo, además ya había otros autores de la modernidad en el país”. En todo caso, Passolini propone una relectura de Pettoruti.

Igualmente se puede ver parte de una intervención que el artista realizó en el Museo Yrurtia durante la cuarta Bienal Sur (2023), una suerte de laminado de grandes dimensiones: se llama “Algo alumbrarás cuando despiertes” (lona vinílica). Con sus citas, no solo establece sus homenajes sino que también desenmascara hasta la idea misma de patria y a aquellos que utilizan ese nombre en diferentes sentidos. Desacraliza, en definitiva; se corre y toma distancia de lo consagrado.

La IA

En una entrevista anterior había admitido que dibuja en la iPad y no le teme a la inteligencia artificial: “será otra herramienta, pero vamos a seguir haciendo lo que nos guste”.

Precisamente sobre la inteligencia artificial habló ayer en la Facultad de Artes, y por la tarde, a las 18, en Rusia Galería, “Un ovillo albiceleste”. Aquí, el artista compartió un recorrido por diferentes momentos de su producción donde los colores celeste y blanco comienzan a manifestarse.

“Dibujar en la iPad me ayuda mucho en los viajes, porque voy boceteando, escribiendo, haciendo trazos; fue una solución para mí. Pero eso ha influido mucho en mi obra, sobre todo en los colores, porque me llevó a investigar cómo se logra ese color cuando se imprime, y, por tanto, tuve que elevar la saturación. Y respecto a la inteligencia artificial, no le temo, será una herramienta más que uno tendrá, pero vamos a seguir haciendo lo que queremos -repite-. Esta historia pasó con la máquina de escribir -se pensaba que nunca más se escribiría a mano- o con la fotografía”, dice.